Encierro

Se quitó los zapatos y los metió en el bolso.
Caminó descalza hacia la cocina, que el viejo no la oyese, y al pasar le echó un vistazo: desparramado en su sillón frente a la tele, los ojos cerrados, la pipa le colgaba de los hediondos bigotes amarillentos.
Te va a tener como a una hija, le había dicho su madre. Y no se equivocó.
Pero nunca más me meterá en esa pieza inmunda, se dijo ella. Nunca.
Ya en la cocina abrió el gas y, rumbo a la puerta de calle, lo miró por última vez: ni se había dado cuenta.
Ahora en la vereda, se calzó los zapatos.
El corazón le latía con tanta fuerza que apenas podía sostener la llave. La apretó con ambas manos y se le cayó el bolso.
Y, antes de que pudiera meter la llave en la cerradura, el viejo ya la había agarrado del pelo, arrastrándola hacia adentro.

Mención en el concurso de microrrelatos Ediciones del Árbol, 2007. Integra varias antologías.

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